Por los frutos conoceréis el árbol

Como decíamos arriba (núm. 3), a muchos dirigentes de los países occidentales les pareció que la obra de Dios en materia de familia era defectuosa y que necesitaba reparaciones. Entre las primeras que llevaron a cabo, figura la de acabar con la indisolubilidad del matrimonio y establecer el divorcio. ¿Cuáles fueron los frutos de esa reforma al plano de Dios? Nos basaremos especialmente en estudios hechos en países anglo-sajones que, por haber sufrido más y desde hace más tiempo las consecuencias del divorcio, han investigado con profundidad y amplitud el tema.

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Veinticinco años después

El divorcio fue introducido en España por la ley del 7 de julio de 1981 (que modificó los arts. 85 a 89 del Código Civil). El 21 de noviembre de 2001 fue presentada en el Congreso una nueva proposición de ley que prevé el divorcio directo --sin separación previa-- inclusive en caso de desaparición del afecto conyugal[1].

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Llamamiento del Papa

"Podría parecer que el divorcio está tan arraigado en ciertos ambientes sociales, que casi no vale la pena seguir combatiéndolo, difundiendo una mentalidad, una costumbre social y una legislación civil a favor de la indisolubilidad. Y sin embargo, ¡vale la pena!  En realidad, este bien forma parte de la base de toda la sociedad, como condición necesaria para la existencia de la familia.

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