La crisis de la familia es hoy día un fenómeno universal que afecta no sólo a España sino también a toda Europa, a América y a los países que en mayor o menor medida adoptaron el modelo occidental y cristiano de familia. En el fondo, hay una misma crisis de la familia en todas partes.

No hay aspecto de la institución de la familia que, de una forma u otra, no esté siendo cuestionado. Al recorrer las secciones de esta página web sobre lo que es el matrimonio y la verdadera familia, el lector ya habrá percibido como todos los elementos de ellos son hoy contestados. En las páginas obre ataques a la familia se podrá apreciar con más detalle como ella es agredida en todos los campos y de todos los modos.

Aparentemente, la familia y la vida sufren un menosprecio, son combatidas y deterioradas por mil factores y fuerzas diferentes, caóticas y desconectadas entre sí. En la realidad, en su conjunto, estas oposiciones forman una inmensa "marea negra" que tiende a dominar todo, que amenaza cubrir con sus aguas contaminadas el precioso tesoro que encierra la nave de la familia.

Esta crisis de la familia no nació de forma espectacular de un momento  para otro. Ella, al contrario, se desarrolla por etapas. La más decisiva de esas etapas fue la Revolución de Mayo de 1968. Ella proclamó la destructora sentencia "está prohibido prohibir". En ella se quebraron todos los padrones del pudor, de la moda, de la limpieza, de la educación y de la cultura, en un estallido de amor libre hasta ahora nunca visto.

Dicha rebelión hirió profundamente los principios, las tendencias y los modelos de la verdadera familia. La Revolución de la Sorbonne ha sido indicada, con razón, como el paradigma que siguen aún hoy, todas las corrientes anti familia. Se puede decir también de ella que marcó el inicio de la llamada Revolución Sexual.

En la crisis de la familia podemos observar tres niveles de fenómenos  que se interpenetran:

1. El más profundo de ellos se da en las tendencias desordenadas que comienzan a modificar las mentalidades, las formas de expresión y las costumbres, sin tocar aún en las ideas.

2. Desordenadas las tendencias, se tiende a justificarlas. Nacen así los sofismas, contrarios a la institución familiar.

3.  En fin, se trata de llevar a la vida concreta e institucionalizar las aberraciones. Sea por la vía de los hechos consumados, transformando o minando las costumbres, sea dictando leyes que deshacen el Derecho de Familia y despenalizan el libertinaje sexual y los atentados a la vida.

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