El alto sentido social de la Familia

En resumen, la institución de la familia proporciona a la sociedad sus futuros miembros y los educa; es fuente y estímulo de las actividades económicas, políticas, intelectuales y culturales, manteniendo las tradiciones e impulsando el progreso; moraliza la vida social; en fin, la sociedad se podría definir como un tejido ordenado de familias[1].

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Un ejemplo: familias ricas ayudan a las pobres

Un ejemplo de la subsidiariedad y organicidad que brota de la familia es la caridad, tan arraigada en el núcleo de nuestras tradiciones cristianas. Está en la índole de la familia ser un foco de bondad, que se derrama de la familia que tiene bienes, para la familia que es pobre. Y el derecho a la propiedad de los bienes materiales nunca se muestra más digno de simpatía que cuando la mano de los que los poseen se abre espontáneamente para auxiliar a los que no los poseen.

Otra riqueza que la familia aporta a la sociedad

Hay un hecho natural, misterioso y sagrado, que está íntimamente ligado a la familia. Es la herencia biológica. Es evidente que unas familias son más dotadas que otras y que esto depende muchas veces de factores ajenos al trato médico o a la educación. La herencia biológica trae importantes reflejos en el orden psicológico. Hay familias en que se transmiten, a través de muchas generaciones el sentido artístico, el don de la palabra, el tino médico, la aptitud para los negocios y así en adelante. La propia naturaleza  --por lo tanto, Dios, que es el Autor de la naturaleza-- reparte, a través de la familia, las más diversas cualidades humanas.

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La familia en la génesis del Estado

Si se atiende a la génesis del Estado, se verá que éste tuvo su origen, de uno u otro modo, en entidades preexistentes cuya "materia prima" era la familia. Ésta dio origen a grandes bloques familiares que los griegos designaban como génos y los romanos como gens,  los cuales, a su vez, formaron bloques todavía mayores de tonus aún familiar, mas cuyas correlaciones genealógicas se perdían en la noche de los tiempos y tendían a diluirse: eran, entre los griegos, las phratrias, y las curias entre los romanos. "La asociación --afirma Fustel de Coulanges-- continuó creciendo naturalmente y del mismo modo muchas curias o fratrías se agruparon y formaron una tribu"[1].

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