¡Cuánta intolerancia e incomprensión, en tantos ambientes, hacia quien se defina a favor de la moral familiar!

Sin entrar en el mérito de la cuestión, preguntamos: ¿si todo el mundo tiene el derecho de hacer lo que quiere, y está prohibido prohibir, no se tiene el derecho de combatir, por ejemplo, las leyes destructoras de la familia y despenalizadoras del aborto, u oponerse a la pornografía en internet? ¿Cómo indignarse contra alguien que ejerce su derecho?

¿Cómo se dan estas contradicciones? ¿Fanatismo? Tal vez. Estamos frente a una auténtica confusión mental, cuyo efecto consiste en que, en nuestra época, más  que en todas las que la antecedieron, el hombre se siente bien dentro de la contradicción. Lo que lo enfurece, muchas veces, no es lo ilógico, sino la coherencia.

2. Otro de los esloganes que circulan es que ser "contra algo", es impolítico,  antipático, poco constructivo, negativo. Cuando no, malo. Por lo tanto, nada de oponerse a las leyes y opiniones contrarias a la familia y a la vida. Sólo se debe hablar de lo bueno y de lo positivo.

¿Es verdad que ser "contra algo" es siempre antipático, negativo o un  mal?

¿Los bomberos que quieren extinguir un incendio, son negativos? ¿Una campaña que procura la supresión del analfabetismo es antipática o poco constructiva? ¿Manifestarse contra una mentira es un mal?

Fácilmente el lector ya concluyó que esta acusación es un simple juego de palabras y que no debe tenerse en consideración, pues favorece a los destructores de la familia, desprestigiando a los que la defienden.

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