Cualquier producto comercial que  hoy se desee promover debe indicar de forma clara su composición, su origen, su fecha de caducidad, etc. Mayores detalles deben figurar en las indicaciones de una medicina. Más decisivos aún que un medicamento son los valores fundamentales sobre los que se basa la sociedad. Se trata de "productos" que determinarán el rumbo y, en definitiva, la vida o la muerte de la nación. Entre ellos, sin duda, destacan la institución de la familia y el derecho a la vida. ¿No es honesto, coherente e imprescindible que el público conozca bien lo que se le ofrece en estas materias, determinantes para el bien común de nuestra sociedad?

No existe libertad, ni democracia si el público debe escoger a ciegas. En concreto, los electores y los usuarios de los medios de comunicación, para elegir libremente, necesitan saber con claridad si son a favor o en contra de temas esenciales como:

1. La familia basada en el matrimonio indisoluble y monógamo o, por el contrario, el mantenimiento y ampliación del divorcio y del reconocimiento de las uniones de hecho.

2. Respeto a la vida desde el momento de la concepción hasta su fin natural o la propagación del aborto y de la eutanasia.

3. Estímulo a que la familia cumpla su función inalienable de procrear y educar la prole, favoreciendo el crecimiento demográfico actualmente en grave déficit o se es partidario de la limitación artificial de la natalidad, mediante la difusión de anticonceptivos, preservativos, píldoras abortivas y la esterilización.

4. La educación de los hijos como derecho fundamental de los padres, especialmente en materia religiosa, moral y sexual o se está a favor de suprimir la enseñanza religiosa y promover la educación sexual promiscua, obligatoria y amoral.

5. Aún en cuanto a la formación de los niños y jóvenes, desarrollo de una política clara de preservación de los ambientes de la pornografía, inmoralidad, violencia, estableciendo un comportamiento ético, especialmente en la televisión, internet, video juegos, cine, anuncios comerciales, juegos de azar. O si se quiere la permisividad y libertinaje completos al respecto.

6. Las drogas deben ser o no combatidas y controlado el abuso del alcohol y tabaco por parte de los menores.

7. Sí o no a la manipulación de embriones humanos, a la fecundación artificial, ingeniería genética, clonación, eugenesia, etc.

8. El cultivo, apoyo y realce del verdadero sentido de familia, que une a los esposos, protege mujeres, niños y ancianos, extirpa la violencia doméstica y que está abierto a la acogida y adopción en casos especiales. Políticas económica, tributaria y fiscal que favorezcan la verdadera familia, especialmente las más numerosas.

 

 

[1] En España, Mons. Fernando Sebastián, Arzobispo de Pamplona, por ejemplo, declaró: "Los ciudadanos cristianos tenemos que exigir a nuestros representantes que respeten y defiendan el verdadero modelo de matrimonio y de familia, contra la pretensión de igualarlos a cualquier otra forma de convivencia". (ABC, 29-12-2001). En Alemania, la Conferencia Episcopal, antes de las elecciones al Parlamento Federal, el 22 de septiembre de 2002, emitió un documento, que fue leído en todas las misas dominicales, pidiendo que los electores católicos, antes de votar,  presten "especial tutela" al matrimonio y a la familia; defiendan "con fuerza" el derecho a la vida, en especial del niño no nacido, y condenen la experimentación o el uso de embriones en la medicina. (Cf. Católicos del Siglo XXI, Madrid, 9-9-2002). Declaraciones en la misma línea han sido hechas por importantes personalidades eclesiásticas de Italia y Costa Rica, en cuanto el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano, Mons. Jorge Enrique Jiménez Carvajal, al intervenir en el encuentro de presidentes de Conferencias Episcopales de América Latina, celebrado de 2 al 4 de septiembre de 2002, en Santo Domingo, indicaba como meta: "defender en la sociedad el valor político de la familia. Esto implica apoyar y promover en los parlamentos de nuestros países las iniciativas tendentes a fortalecer la familia y a procurar su bien mediante una ley orgánica que la favorezca, así como el deber de comunicar a la sociedad las graves consecuencias que se desprenden de leyes como la del divorcio vincular, o de la despenalización del aborto y de la eutanasia y otras que están atentando gravemente sea contra la vida naciente y terminal, sea contra el núcleo familiar". (Zenit, 4-9-2002).

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