Para ello, que utilicen la televisión, la radio,  la prensa, etc., que tanto espacio les abren, y que exponga cada uno argumentos vigorosos y convincentes sobre su respectiva posición. Los electores tienen el derecho de conocer lo que piensan y se proponen hacer sus candidatos a representantes. La transparencia del sistema democrático exige que el voto sea, en este sentido, consciente.

Antes que a cualquier otros, cabe a los políticos católicos tomar la posición coherente con la fe que dicen profesar, de acuerdo al trascendental y urgente llamamiento que el Papa les ha hecho en estos decisivos días, a través de inequívoco documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe:

"Juan Pablo II, en línea con la enseñanza constante de la Iglesia, ha reiterado muchas veces que quienes se comprometen directamente en la acción legislativa tienen la ´precisa obligación de oponerse´ a toda ley que atente contra la vida humana. Para ellos, como para todo católico, vale la imposibilidad de participar en campañas de opinión a favor de semejantes leyes, y a ninguno de ellos les está permitido apoyarlas con el propio voto.

[...] Cuando la acción política tiene que ver con principios morales que no admiten derogaciones, excepciones o compromiso alguno, es cuando el empeño de los católicos se hace más evidente y cargado de responsabilidad. Ante estas exigencias éticas fundamentales e irrenunciables, en efecto, los creyentes deben saber que está en juego la esencia del orden moral, que concierne al bien integral de la persona. Este es el caso de las leyes civiles en materia de aborto y eutanasia (que no hay que confundir con la renuncia al ensañamiento terapéutico, que es moralmente legítima), que deben tutelar el derecho primario a la vida desde su concepción hasta su término natural.

Del mismo modo hay que insistir en el deber de respetar y proteger los derechos del embrión humano. Análogamente, debe ser salvaguardada la tutela y la promoción de la familia, fundada en el matrimonio monógamo entre personas de sexo opuesto y protegida su unidad y estabilidad, frente a las leyes modernas sobre el divorcio. A la familia no pueden ser jurídicamente equiparadas otras formas de convivencia, ni éstas pueden recibir, en cuanto tales, reconocimiento legal. Así también, la libertad de los padres en la educación de sus hijos es un derecho inalienable"[2].

 

 

 

[1] Un buen ejemplo de transparencia en este sentido, la da el flamante Partido Familia y Vida, que ha publicado, en enero de 2003, su Ideario y Propuesta Programática, en el que se expone claramente su pensamiento a respecto de estos trascendentales temas.

[2] Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política, núm. 4, 24-11-2002.

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