Uno de los mayores mitos propagados en el mundo, en el siglo pasado, fue que la tierra no tendría recursos suficientes para alimentar a su creciente población[1]. De ahí se concluía que para evitar el hambre y la pobreza era necesario bajar la natalidad. A este problema se le llamaba la "bomba demográfica".

La realidad ha desmentido este mito. La División de Población del Departamento de Economía y Asuntos Sociales de las Naciones Unidas ha publicado recientemente un informe titulado: "Población, Medio Ambiente y Desarrollo". He aquí algunos datos importantes:

Se entiende, pues no hay relación entre ambas realidades. Muchos de los países más densamente poblados están en Europa, donde los alimentos sobran. El Sureste de Asia, designado con frecuencia por los comentaristas que alertan sobre los peligros de población, tiene el mismo número de personas por kilómetro cuadrado que el Reino Unido. Mientras que Holanda, Bélgica y Japón están muchísimo más densamente poblados que la India.

Además, en el futuro, el mayor crecimiento de población tendrá lugar en las ciudades, dejando sin aumento la densidad de población de la mayor parte de la Tierra. Según los pronósticos, en los próximos treinta años la población rural del mundo permanecerá casi inmutable[2].

 

 

[1] Se basaba en la tristemente famosa e inconsistente ley de Malthus, del siglo XIX: "la población humana crece geométricamente y los recursos crecen aritméticamente".

[2] Cf. Zenit, 2-3-2002.