Al tratar de las drogas, en esta obra, no nos referimos, obviamente, a su empleo terapéutico, sino al hecho de ser ingeridas por mero placer[1].  El consumo  de éstas,  voluntaria y desnecesariamente, conduce a la pérdida del uso de la razón  y a efectuar innumerables actos desordenados a consecuencia del hecho de que la persona no conserva el control de sí misma.

Este estado produce, además, escándalo, por los frecuentes comportamientos vergonzosos y degradantes del  drogado. El uso de las drogas, crea corrientemente dependencia física, psicológica y emocional; es factor de importantes fracasos en los estudios y en el trabajo; despilfarro, empobrecimiento material y conflictos familiares.

Se atenta, en fin, contra la propia  salud y la de los hijos nacidos de drogadictos; se ocasionan  daños psíquicos y  nerviosos;  se abrevia  la vida, cuando no se provoca la muerte directa, como fue el caso narrado arriba, o la de terceros, como acontece con frecuencia en accidentes de tránfico.

 

 

[1] Tipos de drogas:

Las drogas pueden ser depresoras (alcohol, opiáceos como heroína, morfina, metadona), estimulantes (xantinas como cafeína y teobromina; nicotina, anfetaminas y cocaína) y perturbadoras (alucinógenos como LSD y mescalina; derivados del cannabis: hachís, marihuana y en fin, drogas sintéticas como éxtasis y Eva). Las drogas pueden consumirse por diversas vías: fumadas (hachís y tabaco); ingeridas (alcohol y drogas sintéticas); aspiradas (cocaína y speed); inhaladas (pegamentos) e inyectadas (heroína).