Así, para tratar adecuadamente el tema de este capítulo, como es el de la pornografía y adicción al sexo, es necesario encarar de frente lo que es la pureza de costumbres y cuál debe ser el comportamiento respecto de la sexualidad.
Como es sabido, los fundamentos de la Ley natural de orden individual, familiar y social están resumidos en los Mandamientos de la Ley de Dios. Dos de ellos son consagrados a esta materia: "no fornicar" y "no desear la mujer de tu prójimo".
El Catecismo de la Iglesia Católica nos explica el por qué y el modo de practicar estos Mandamientos:
A. LA PUREZA DE CORAZÓN
"´De dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones´ (Mt 15, 19). La lucha contra la concupiscencia de la carne pasa por la purificación del corazón:
´Mantente en la simplicidad, la inocencia y serás como los niños pequeños que ignoran el mal destructor de la vida de los hombres. (Hermas, mand. 2,1).
La sexta bienaventuranza proclama: ´Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios´ (Mt 5, 8)"[1].
B. EL COMBATE DE LA PUREZA
Para eso, el mismo Catecismo nos convida al combate de la pureza:
"El bautizado debe seguir luchando contra la concupiscencia de la carne y los apetitos desordenados...:
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mediante la virtud y el don de la castidad, pues la castidad permite amar con un corazón recto e indiviso;
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mediante la pureza de intención...
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mediante la pureza de la mirada exterior e interior; mediante la disciplina de los sentidos y la imaginación; mediante el rechazo de toda complacencia en los pensamientos impuros que inclinan a apartarse del camino de los mandamientos divinos: ´la vista despierta la pasión de los insensatos´ (Sb 15, 5)"[2].
C. EL PUDOR
Más aún, "la pureza exige el pudor... El pudor preserva la intimidad de la persona. Designa el rechazo a mostrar lo que debe permanecer velado. Está ordenado a la castidad... Ordena las miradas y los gestos...
"El pudor protege el misterio de las personas y de su amor. Invita a la paciencia y a la moderación en la relación amorosa; exige que se cumplan las condiciones del don y del compromiso definitivo del hombre y de la mujer entre sí. El pudor es modestia; inspira la elevación de la vestimenta. Mantiene silencio o reserva donde se adivina el riesgo de una curiosidad malsana; se convierte en discreción.
"Existe un pudor de los sentimientos como también un pudor del cuerpo. Este pudor rechaza, por ejemplo, los exhibicionismos del cuerpo humano propios de cierta publicidad o las incitaciones de algunos medios de comunicación a hacer pública toda conferencia íntima. El pudor inspira una manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones de la moda y a la presión de las ideologías dominantes"[3].
D. PUREZA EN TODOS LOS AMBIENTES SOCIALES
"La pureza cristiana exige una purificación del clima social. Obliga a los medios de comunicación social a una información cuidadosa del respeto y de la discreción. La pureza de corazón libera del erotismo difuso y aparta de los espectáculos que favorecen el exhibicionismo y los sueños indecorosos.
Lo que se llama permisividad de las costumbres se basa en una concepción errónea de la libertad humana; para llegar a su madurez, ésta necesita dejarse educar previamente por la Ley moral. Conviene pedir a los responsables de la educación que impartan a la juventud una enseñanza respetuosa de la verdad, de las cualidades del corazón y de la dignidad moral y espiritual del hombre"[4].
[1] Núms. 2.517-2.518.
[2] Núm. 2.520
[3] Núms. 2.521-2.523.
[4] Núms. 2.525-2.526.