"Desafortunadamente --continúa el autor-- mientras que para otros tipos de drogas hay programas de prevención e incluso su uso y distribución están penadas por la ley, este tipo de droga, se escuda en la ley de ´la libre expresión´, quedando como una ´elección´ personal el comprar el material o someterse a su influjo (¿un drogadicto es libre de elegir?).

En el ámbito de la droga --explica el P. Caro-- los vendedores del estupefaciente regalan a los futuros clientes pequeñas dosis, esperando que éstas se apoderen de la persona y creen en ella la dependencia. Una vez conseguida ésta, tienen un cliente seguro".

Así también "en los medios de comunicación ordinaria como son el periódico, la televisión y el cine, la industria de la pornografía va creando el morbo, la curiosidad y con ello la adicción a esta droga". De la misma manera, en muchos de los anuncios comerciales de televisión y de los periódicos se encuentran temas sexuales.

Es un problema al cual no nos podemos cerrar --afirma el P. Caro-- "pues está dirigido a destruir los hogares... la mujer pasa a ser un simple objeto de placer... las relaciones fuera del matrimonio se presentan como una experiencia ´excitante y deseable´ [...]. Al menos en los Estados Unidos, los principales consumidores de pornografía son los jovencitos de 12 a17 años"[1]. 

Según nos informa un documentado reportaje de la revista Salud, el fenómeno de la adicción al sexo está siendo muy estudiado también en España por psicólogos de los más diversos centros de estudios y hospitales[2].

Rupturas matrimoniales, fuertes sentimientos de culpa y de vergüenza, enfermedades de transmisión sexual, falta de autoestima, pérdida del poder adquisitivo, desatención a las obligaciones laborales, son algunas de las repercusiones de una de las adicciones menos confesadas, la del sexo.

 

 

 

[1]  Catholic.net, 7-4-2002.

[2] ABC, 20-4-2002.

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