"... se me ocurre aún afrontar con análoga determinación y claridad el riesgo de opciones políticas y legislativas que vayan en contra de valores fundamentales y principios antropológicos y éticos arraigados en la naturaleza del ser humano.

En particular la defensa de la vida humana en todas sus fases, desde su concepción hasta la muerte natural, y la promoción de la familia fundada en el matrimonio, evitando introducir en el ordenamiento público otras formas de unión que contribuirían a desestabilizarla, obscureciendo su caracter peculiar y su insustituible papel social".