Una madre que hiere o mata a su hijo, un padre que abusa sexualmente de una hija, un descendiente que golpea a un anciano abuelo, hijos que insultan a sus padres, un esposo que hiere o mata a su esposa, eran, hasta hace pocos años, no sólo delitos infrecuentes, sino restringidos al más bajo mundo del hampa[3].

Sólo gente de muy mal corazón pierde el sentimiento natural de respeto y bienquerencia hacia los suyos. Pareciera que el propio instinto de protección a los hijos, que se observa incluso entre los animales, se va erosionando.

Infelizmente, el deterioro moral de la sociedad ha llegado a un punto tal, que nos vemos obligados a incluir este asunto, no en una obra sobre criminalidad, sino respecto de la familia...

Los periódicos nos informan casi a diario de casos espeluznantes de violencia doméstica. Entretanto, los estudios al respecto aún no son lo suficientemente determinantes y globales como para sacar conclusiones genéricas y consistentes. Daremos, entonces, apenas algunos datos al alcance de cualquier lector de diarios españoles, a título de ejemplo, sin pretender hacer un trabajo profundo, que trascendería la finalidad de esta obra y nos desviaría de nuestro asunto central.

 

 

 

[1] Cf.  El País, 17-9-2002.

[2] Cf. ABC, 26-11-2002.

[3] El Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Pedro Núñez Morgades, afirma, según el diario El Mundo (18-3-2002), que exactamente los malos tratos "han pasado de ser característicos de capas sociales bajas a pasar a otros estratos. Las agresiones ya no son exclusivas de familias desestructuradas o marginales, sino que menores pertenecientes a otras clases también sufren malos tratos. ´Aunque sí he de reconocer que existen determinados factores desencadenantes en sí mismos de malos tratos, como el alcoholismo, la drogadicción, el paro o los problemas mentales de los progenitores´", explicó el Defensor.

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