Nos hemos propuesto hacer una exposición lo más lógica y clara posible. Pero la propia coherencia sugiere a una numerosa familia de almas una objeción, o por así decir, una vivencia, que la "asfixia". Son personas quizás tentadas a abandonar la lectura de estas páginas escudándose en la célebre expresión "hay razones que la razón no conoce...".

Son almas que suspiran delante de la contradicción caótica de nuestros días, se aturden, pero no pasan de esto.

Cambiar de posición les parece imposible. En la convivencia social serían incomprendidas, marginadas y incluso calumniadas. Prefieren ceder a la moda inmoral, en la medida en que sea indispensable, para no perder la aceptación general.

Si la contradicción les asusta, por otro lado, se desagradan con la coherencia. A ellas les gustaría prolongar, contra vientos y mareas, su mundo agonizante que resulta del "equilibrio" de ideas contradictorias. Para esas personas las ideas están hechas para quedarse en el aire, sin relación con la realidad. Entonces, no hay, según ellas, el menor riesgo de que ese "equilibrio" se rompa algún día en perjuicio de la pacata y buena ordenación de los hechos. Ellas paran y suspiran de brazos cruzados a la espera obstinada de que cese el caos, sin que haya que implantar el reinado de la coherencia.

Cuánto hogar que acoge con una sonrisa cómplice la novela de televisión inmoral o la revista sentimental y sensual, que pinta con colores fascinantes la imagen de la vida más disoluta. En este hogar se nutre la idea de que tales espejismos no producen sino efectos puramente platónicos. Después, si el hijo o la hija se extravían, los padres declaran que "no entienden cómo pudo acontecer" y que "el mundo de hoy es un caos".

Sin embargo, en la misma familia que figuramos, en la que entran la novela y la televisión inmorales, el padre y la madre a veces también predican --para mantener el equilibrio basado en la contradicción-- algunos principios cristianos de moral o de orden.

En resumen, en esa familia de almas se profesa un cómodo y risueño desorden de ideas. Desorden que proviene de la convivencia, en una región toda ella platónica de su mentalidad, entre fragmentos de bien y de mal, de error y de verdad. Algunos, dentro de ese ambiente, optan por la integridad del desorden. Otros, por el orden. Y por esto, en esa familia de almas, cuando se produce una desgracia moral, se cae en el susto, en la aflicción y en el llanto.

Hágase amigo

Dónde estamos

Dónde estamos

DondeEstamos 
   
We use cookies

Usamos cookies en nuestro sitio web. Algunas de ellas son esenciales para el funcionamiento del sitio, mientras que otras nos ayudan a mejorar el sitio web y también la experiencia del usuario (cookies de rastreo). Puedes decidir por ti mismo si quieres permitir el uso de las cookies. Ten en cuenta que si las rechazas, puede que no puedas usar todas las funcionalidades del sitio web.