En el caso de un adolescente, el problema se agrava. Él ya tiene más libertad de movimientos, de horarios, de salidas y su edad es propia a esas tentaciones. Imaginemos sólo los fines de semana y las vacaciones. Si él no ha asumido una actividad especial  - trabajo, deporte, voluntariado, apostolado - tendrá un tiempo libre considerable. Hay, sin duda, distracciones sanas, pero también las que, en mayor o menor grado, envuelven incentivos hacia la sexualidad, como son ciertas reuniones de amigos, espectáculos públicos de músicas, cines, discotecas, "botellones" o piscinas y playas, más o menos nudistas.

En suma, no se puede negar la cruda realidad: niños y adolescentes son hoy sometidos a una presión brutal para experimentar el sexo.