En el colegio, las conversaciones entre los chicos, muchas veces, son salpicadas de malas palabras cuando no sobre temas morbosos. Los compañeros más osados en tratar asuntos escabrosos suelen ser los más prestigiados, en cuanto los más recatados son, muchas veces,  puestos en ridículo. Por otro lado, a muy temprana edad  es común en los colegios que se suministren clases de educación sexual, simplemente traumatizantes para su inocencia, como se puede constatar en la sección sobre educación sexual.

El niño vuelve a casa por la tarde. Si el tiempo es benigno, encontrará en la calle un buen número de personas vestidas de manera insinuante en materia sexual, o semidesnudas. Podrá asistir a escenas íntimas provocadoras por parte de parejas. Como el chaval ahora no tiene prisa para volver, pasará con más calma frente a uno o dos quioscos de prensa que exponen todo tipo de revistas inconvenientes, o frente a un cine que, mediante fotografías excitantes, convida al paseante a entrar a ver un espectáculo lleno de escenas lujuriosas. Más adelante, un videoclub le atraerá su atención, y en su vitrina encontrará expuestos todo tipo de videos, desde los que insinúan la sexualidad hasta los abiertamente pornográficos.

El chico llega finalmente a casa. Quizás sus padres no estén. Tiene varias alternativas para entretenerse. Entre ellas, la más común es la televisión repleta de episodios no aptos para menores de que se muestra en el capítulo sobre televisión y telebasura. Podrá también navegar en Internet, el más creciente  centro de los negocios pornográficos del mundo y distraerse con videojuegos. De ambos trataremos en el tema Internet, videojuegos y cibersexo. En fin, si sus padres no son vigilantes en bloquear ciertos accesos telefónicos, está al alcance de su mano satisfacer curiosidades malsanas despertadas durante su triste peregrinar por las tentaciones sexuales del día, haciendo alguna llamada a los teléfonos eróticos.

Por el contrario, si al volver el niño encuentra a su madre, padre o algún familiar en casa, podrá ser para él un oasis donde saciar su sed de inocencia y pureza agredidas durante todo el día.

Entretanto, infelizmente, no faltan también padres que no se preocupan en dar buen ejemplo en materia de costumbres. Si el niño percibe no sólo desavenencias entre los mayores, sino cualquier síntoma de complicidad con lo impúdico, o peor, infidelidades, ¿será él capaz de resistir a este tremendo e intenso acoso sexual a que ha sido sujeto el tiempo entero? ¿Un día?, ¿dos días?, ¿dos meses?, ¿dos años...?

 

 

 

[1] Mt 18, 6

[2] S.O.S. Familia promovió en 2002-2003 una importante campaña contra la publicidad inmoral y provocativa. Varios miles de padres de familia firmaron una carta al director de la Asociación Española de Anunciantes, don Juan Ramón Plana, protestando por el hecho de que propagandas de colonia, desodorantes, gel de baño, coches, bebidas, procuran explotar el sexo para vender sus productos. En concreto, se pide a la Asociación de Anunciantes que exija de los publicistas un compromiso expreso de no utilizar el sexo y la violencia como reclamo publicitario en sus marcas, y para que se introduzca esta obligación en el código ético sobre publicidad, en un apartado específico que trate sobre la protección de los niños y adolescentes.

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