Actualmente, España está defendiéndose del problema demográfico mediante la inmigración. La población de residentes en España nacidos en otro país ha pasado de 353.367 en 1991 a 1.572.017 en 2001, es decir casi se ha quintuplicado. "El incremento da cuenta de la mayor parte del crecimiento demográfico español en esos diez años, cercano a los dos millones de personas". La población extranjera en España es en promedio más joven que el total español y como esas edades son de alta fertilidad, imprimen también un impulso a la natalidad[1].

 Las cifras oficiales más recientes computan en 3.691.547 los extranjeros empadronados en España al 1 de enero de 2005 (INE), es decir, el 8,4% de la población.

 En España, como en el resto de Europa, se calcula que los emigrantes están soportando del 70 al 80 por ciento del crecimiento de la población, según Juan Antonio Fernández Cordón, director del Instituto de Demografía del CSIC[2]. 

En general son personas pobres que vienen a trabajar en servicios menos especializados, beneficiando el desarrollo económico y que, si inscritos en la Seguridad Social, aportan al sistema de pensiones y salud. Como vimos, son más jóvenes,  emprendedores, con deseos de prosperar y con alta tasa de nacimientos[3].

La pregunta que viene a los labios de todo el mundo es esta: ¿hasta qué punto una nación puede basar su futuro en una población extranjera, con otras culturas y costumbres y, en muchos casos, con otra moral y religión. Es evidente que la capacidad de integración y asimilación tiene un límite.

Los inmigrantes serán jóvenes, activos y fértiles preponderando sobre una mayoría de españoles de edad mucho más avanzada.

Es evidente que un país no puede poner las esperanzas de su futuro apenas en la inmigración, sin correr el riesgo de perder su identidad y desaparecer como tal, de forma semejante a lo que aconteció en la decadencia del Imperio Romano.

[1] Cf. El País, 13-3-2003.

[2] Cf. ABC, 1-6-2002.

[3] "Los bebés de inmigrantes aumentan un 35 por ciento y los de españolas descienden un 0,6 en 2001", según el Instituto Nacional de Estadística. El País, 12-12-2002.