Análogamente al caso de las drogas, nos referimos aquí al problema del abuso del alcohol, que llega a la pérdida parcial o total del uso de la razón, y no a su uso moderado y saludable. Los daños que este exceso produce son, conservando las proporciones, semejantes a los mencionados para el caso de las drogas.

A partir de los años 80, se observa en España la incorporación de mujeres y jóvenes al consumo del alcohol. Datos sobre Madrid, por ejemplo, nos indican que en 1999, el 43 por ciento de los estudiantes de 14 a 18 años toman bebidas alcohólicas  los fines de semana. Uno de cada cinco reconoce haberse emborrachado al menos en una ocasión durante el último mes. El 56 por ciento regresa a casa, también los fines de semana,  a partir de las dos de la madrugada, y uno de cada diez lo hace a la mañana siguiente[1].

En 2001, el Observatorio Nacional sobre Drogas registró 11.952 muertes por accidentes del tráfico y laborales, cirrosis, etc, debidas al consumo excesivo de alcohol[2].

 

 

[1] Cf. Lorenzo Sánchez Pardo, Los padres frente al "botellón", Comunidad de Madrid, Consejería de Sanidad, edita Agencia antidroga, 2002, pp. 5 a 8.

[2] Cf. El País, 5-11-2002.